Una breve defensa de los tres oficios en la Iglesia por
Ps. Pablo Landázuri.
Varias Iglesias Reformadas y Presbiterianas confiesan y practican lo que se conoce como la visión de los dos oficios en la Iglesia, que consiste en prácticamente eliminar la distinción entre ancianos predicadores y ancianos gobernantes. Esta forma de entender los oficios en la Iglesia une lo que la visión de tres oficios separa: el oficio de ministro de la Palabra o anciano docente, del de anciano gobernante. Aunque esta visión de dos oficios se ha popularizado en varias Iglesias Reformadas, yo argumentaría que ésta no es la visión que las Confesiones Reformadas y Presbiterianas han propuesto y practicado por casi quinientos años. ¿Por qué entonces hay Iglesias que confiesan y practican una visión no confesional sobre los oficios eclesiásticos? La respuesta a esta pregunta nace, sin embargo, de una sana intención. Los hermanos que sostienen la visión de dos oficios quieren ser bíblicos. Su argumento usualmente descansa en los pasajes de Pablo en 1 Timoteo 3 y Tito 1. La posición va más o menos así: “En estos pasajes el apóstol Pablo habla que los ancianos deben ser aptos para enseñar, y si los ancianos deben ser aptos para enseñar; por lo tanto, todos los ancianos deben enseñar y son, en consecuencia, Ministros de la Palabra”. Personalmente, valoro y celebro muchísimo este deseo de fidelidad a las Escrituras, este debe ser nuestro propósito siempre. Además, este argumento suena claro, directo y definitivo. Pero después de un estudio más profundo, he llegado a la conclusión de que la visión de dos oficios no parece ser tan obvia como parecería para varios hermanos. Este ensayo busca demostrar que el apóstol Pablo en 1 Timoteo 3 y Tito 1 hablaba de una clase específica de anciano – aquel llamado a la predicación- y que al eliminar la distinción entre ancianos docentes y gobernantes aparecen dos efectos indeseables: por un lado, todos los ancianos se convierten en predicadores, y por otro, se priva a las congregaciones, sin justificación alguna, de la representación del pueblo a través del oficio de anciano gobernante en el Consistorio o Sesión de la Iglesia. A continuación, trataré de demostrar esta tesis a través de los siguientes puntos: el anciano en el Antiguo Testamento, el anciano en los Evangelios, y el anciano en los escritos de Pablo.
Los ancianos en el Antiguo Testamento
Uno de los textos más usados en Latinoamérica para defender la visión de los dos oficios se llama, Liderazgo Bíblico de Ancianos de Alexander Strauch. Hay cosas muy útiles en este texto, pero también un error hermenéutico determinante. El autor se limita a realizar una exégesis y aplicación de los pasajes del Nuevo Testamento en los que aparece el término “anciano”, y no considera aquellos presentes en el Antiguo Testamento, en donde el término y oficio tuvo origen. Este error, propio de la influencia dispensacionalista, en mi opinión, es la causa de varias de sus conclusiones, como por ejemplo el asignar a todo tipo de ancianos el don de enseñar y en consecuencia dejar totalmente de lado a aquellos llamados a ejercer el don de gobernar como representantes de la congregación.
Veamos el desarrollo progresivo del término anciano en las páginas del Antiguo Testamento. El término anciano viene del Hebreo zāqēn que quiere decir “aquel con barba” o “el mayor en edad”. El término con frecuencia era usado para hablar de la persona líder de su familia o de un clan. En Éxodo 24:1 y 9 son mencionados junto con Moisés. En Números 11:16-17, 24-25, los ancianos fueron ungidos para asistir a Moisés en su oficio. Más adelante, en Deuteronomio, se detallan las responsabilidades de los ancianos: la administración de la justicia (19:11-13), el conducirse como jueces civiles en las puertas de la ciudad (22:15; 25:7), y juzgar en problemas familiares (21:18-21; 22:13-21). Luego, una vez que Israel se estableció en Canaán, los ancianos también ejercieron funciones políticas y militares (1 Samuel 4:3; 8:4-9). Una vez que la monarquía inició, los ancianos actuaron como mediadores para eliminar tendencias dictatoriales por parte de los reyes. Varios como Saúl, David, y Roboam interactuaron con ellos y buscaron su favor (1 Samuel 15:30; 2 Samuel 3:17, 5:3; 1 Reyes 12:6-8).
Como podemos ver, los ancianos de Israel en este período de la historia cumplían con funciones de gobierno religioso y legal, en representación del pueblo, pero de ninguna manera cumplían con funciones de enseñanza.
Posteriormente, durante los períodos del exilio, post-exilio e inter-testamental, los ancianos toman un rol prominente ante la ausencia de la realeza israelita y judía. Por ejemplo, los ancianos fueron los precursores de la reconstrucción del templo (Esdras 5:9; 6:6-15), y Nehemías interactuó con ellos, los nobles y oficiales (Nehemías 5:7,7:5).
Con el tiempo estos líderes, cabezas de familia, empezaron a reunirse en un Concilio, el cual, eventualmente, se convirtió en el Sanedrín. Bajo el dominio macedonio, este Concilio paso a ser conocido como el Gerusía, órgano de la antigua Esparta, a través del cual los griegos permitían a los pueblos conquistados gobernar sus propios asuntos internos. De acuerdo al historiados Josefo, en algún momento este Concilio estuvo formado por los ancianos y los sacerdotes aristócratas, encabezados por el sumo sacerdote. Durante el reinado de los asmoneos, el Gerusía fue alterado una vez más. Su composición fue de los nobles (ancianos y sacerdotes) y los escribas de tendencia farisaica. Esta estructura se mantuvo al inicio de Nuevo Testamento.
Después, bajo el gobierno romano, la Palestina fue dividida en cinco Synedria. Años después, Herodes el Grande inició su reinado ejecutando a cuarenta y cinco miembros del Sanedrín con el objeto de obligaros a someterse. Hasta este punto los ancianos continuaron representando a la nación en sus interacciones con los griegos y los romanos. No tenían responsabilidades de enseñanza.
Vemos, por lo tanto, que el oficio de anciano en el Antiguo Testamento tenía como enfoque el gobierno representativo en sus asambleas. Esta enseñanza bíblica es de suma importancia porque el Nuevo Testamento presupone que las funciones del anciano, al menos de inicio, son de gobierno y no de enseñanza.
Los ancianos en el Nuevo Testamento
Ya en las páginas del Nuevo Testamento, los ancianos son designados los presbuteroi (plural masculino de la palabra griega presbuteros). Los ancianos ejercían el control total de la vida cívica y religiosa, por esa razón tomaban decisiones disciplinarias que llegaban hasta la excomunión de sus miembros. Estaban presentes en el Sanedrín y en las Sinagogas. Los miembros del Sanedrín son descritos como “los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes, y los escribas” (Lucas 22:66, Hechos 22:5).
Sin embargo, existen otros versículos en los Evangelios y el libro de Hechos que sugieren la idea de que el término anciano empieza a ser usado de una manera más flexible en los escritos de la época en cuestión. Robert W. Eckardt, en su ensayo “Two Offices within the Eldership” (Dos Oficios en los Ancianos), dice:
“Lucas describe a los oficiales que abordaban a Cristo en el templo como “los principales sacerdotes, los escribas…con los ancianos” (Lucas 20:1). Este es el orden usual en el Nuevo Testamento para describir el Sanedrín (Marcos 11:27, 14:43, 15:1, Mateo 27:41). A veces el orden es variado (Marcos 8:31, 14:53, Mateo 16:21, Hechos 4:5), y otras veces los escribas son omitidos (Mateo 21:23, 26:3, 27:1, 3,12, 20; 28:11, 12; Hechos 4:8, 23;23:14;25:15). Y también los escribas y ancianos son mencionados (Hechos 6:12). Los ancianos son llamados “ancianos de la gente”, como en el Antiguo Testamento (Mateo 21:23; 26:3,47;27:1). En consecuencia, vemos que presbuteroi era un término relacionado con el judaísmo del día. Se podía referir a todos los miembros del Concilio, a los miembros no-sacerdotales, o a los miembros laicos distintos a los sacerdotes o rabinos. Pero también podía referirse a los rabinos en particular, como en Mateo 15:2. El punto que estamos estableciendo aquí es que dado que presbuteros era un término usado con un alto grado de flexibilidad para referirse a varios oficiales en el judaísmo (del Nuevo Testamento), nosotros no deberíamos sorprendernos al encontrar la misma flexibilidad en la Iglesia del Nuevo Testamento. En otras palabras, el término es lo suficientemente amplio para incluir dos oficios separados que tienen en común la función de gobernar.”
A manera de conclusión preliminar, vemos que las páginas del Antiguo Testamento garantizan la presencia en el liderazgo de los ancianos del pueblo, quienes tenían la sola responsabilidad de gobernar en representación del pueblo, no de enseñar. Por otro lado, en el Nuevo Testamento, especialmente en los Evangelios y en el libro de Hechos, vemos que el término ancianos, presbuteroi, fue usado con mayor flexibilidad al punto de incluir tanto a aquellos gobernantes de la gente y a aquellos gobernantes llamados también a enseñar, incluyendo a los mismos apóstoles (1 Pedro 5:1; 2 Juan 1; 3 Juan 1). En otras palabras, el término se vuelve más incluyente pero los oficios no son unidos. A continuación, veremos el testimonio del apóstol Pablo al respecto.
Los ancianos en los Escritos de Pablo
Esta distinción entre los ancianos que enseñan y aquellos que gobiernan es fortalecida por el testimonio de los escritos del apóstol Pablo en Romanos 12:4-8 y 1 de Corintios 12:1-31 con respecto a los miembros de la Iglesia y a los dones del Espíritu. Por ejemplo, en Romanos 12 Pablo usa la ilustración de un cuerpo humano y sus miembros para compararlos con la Iglesia y sus miembros, diciendo que “no todos los miembros tienen la misma función” y separando “la gracia dada” de enseñar con la de presidir o gobernar (prostēmi). Por otro lado, en 1 Corintios 12, Pablo vuelve a tratar con la imagen de un cuerpo, de sus miembros, y los dones del Espíritu Santo para cada uno de ellos. En ese caso, una vez más, los oficios relacionados con la enseñanza están separados de aquellos que administran (kubernēsis), también traducido como “gobiernan”. En otras palabras, si bien estos versos no usan explícitamente la palabra anciano, sí hablan acerca de la diversidad dones y de su uso particular: existen aquellos presbuteroi que enseñan, y aquellos presbuteroi que gobiernan. Como vemos la distinción entre los ancianos se mantiene.
Dado que hemos visto que existen varios oficios dentro del término anciano en el Nuevo Testamento y que los dones de enseñanza y gobiernos no son confundidos sino separados por Pablo, a su luz podemos, entonces, interpretar los pasajes de 1 Timoteo 3 y Tito 1 en su debido contexto.
Robert W. Eckardt, Two Offices within the Eldership, en Order in the Offices, Ed. Mark Brown, 174. Ver: LSJ Lexicon (Abriged), Thayer’s Greek Lexicon.
En 1 Timoteo 3:2 leemos que el anciano debe ser “apto para enseñar”, lo cual implica que en estos textos Pablo está hablando de aquellos ancianos llamados al ministerio de la Palabra y no a los ancianos gobernantes. El mismo razonamiento aplica para 2 Timoteo 2:24 en donde leemos que el término se refiere a aquellos “aptos para enseñar”, y para Tito 1 en donde el anciano debe ser capaz de “exhortar con sana enseñanza”. Vemos que en estas instancias el tipo de presbítero del cual Pablo habla, es aquel llamado y con el don para enseñar.
Finalmente, llegamos al pasaje de 1 Timoteo 5:17 acerca del cual el mismo Juan Calvino comentó claramente: “Podemos aprender de esto, que hubo dos tipos de ancianos; porque no todos fueron ordenados para enseñar. Las palabras claramente significan, que había unos que gobernaban
bien y de manera honorable, pero que no tenían el oficio de la enseñanza. Y, de hecho, había escogidos de entre la gente, hombres de valor y buen carácter, quienes unidos con los pastores en un concilio común y autoridad, administraban la disciplina de la Iglesia, y eran censuradores para la corrección de la moral.”
Conclusiones
En este corto análisis vemos que a lo largo de Biblia lo ancianos gobernantes, representantes del pueblo, sin responsabilidades de predicación estuvieron presentes en las asambleas de gobierno. Es por esta razón que la Confesión Belga, a la cual se suscriben los oficiales de las Iglesias Reformadas, habla de tres oficios: los Ministros de la Palabra, Ancianos y Diáconos. Por otro lado, la tradición Presbiteriana en su Forma de Gobierno, capítulo 3:2, dice: “Los oficiales ordinarios y perpetuos en la Iglesia son los Obispos o Pastores; los Representantes de la gente, usualmente llamados ancianos gobernantes; y los diáconos”.
La visión de dos oficios, que no distingue entre ancianos docentes y ancianos gobernantes, une dos oficios que en las páginas de la Palabra están separados. El riesgo de esta visión es convertir al Consistorio en un grupo solamente compuesto por predicadores, sin la representación de la gente a través del oficio de gobernantes o en un grupo de representantes del pueblo, sin ministros preparados o con el don de enseñar. Esto, pienso, no debe suceder a la luz de la enseñanza bíblica. Ambos grupos están presentes en las páginas de las Escritura y son necesarios para un adecuado gobierno presbiteriano: aquellos llamados y preparados para predicar, y aquellos representantes de la congregación para gobernar.
La falta de claridad sobre estos conceptos ha generado conflicto en el mundo Reformado y Presbiteriano, dejando muchos heridos y tensiones en el camino. He notado que un aspecto emocional juega un rol importante en el análisis de este tema debido a excesos producidos de lado y lado: ministros que minimizan el rol del anciano gobernante, o ancianos que minimizan el rol de los ministros. En mi opinión, la causa de estas tensiones se debe, en parte, a la presencia de la posición conocida como la de dos y medio oficios mantenida por varias Iglesias de la Presbiterianas. Bajo esta visión sí hay una distinción de oficio, pero ambos ejercen la predicación desde el púlpito. Por lo dicho anteriormente esta posición tampoco parece ser adecuada, no solamente por la confusión que produce, sino porque parece no existir su justificación en las Escrituras.
Por otro lado, la mejor manera de entender la relación de autoridad entre oficiales es la de paridad. El artículo 65 del Libro de Orden de las Iglesias Reformadas Unidas en Norte América, por ejemplo, dice: “Ninguna Iglesia debe, en ninguna manera, enseñorearse sobre otras Iglesias, ni los oficiales deberán enseñorearse sobre otros oficiales.” Además, es importante ratificar que el oficio de anciano gobernante es de gran autoridad en la Iglesia. Por ejemplo, Charles Hodge en su ensayo “Warrant and Theory of Ruling Eldership” dice:
“El poder que esta visión (tres oficios) de los ancianos, no es solamente grandiosa, sino dominante. En la sesión primaria (Consistorio), siempre son mayoría, y en otras, como regla general, son igual de numerosos que los ministros (Presbiterio, Classis o Asamblea). Nada puede hacerse sin su concurrencia. Ellos pueden admitir y excluir de la Iglesia, en oposición a los ministros. Pueden asegurar la admisión o deposición de ministros, en oposición a los ministros…en todas las asambleas de la Iglesia, por lo tanto, la gente, a través de sus representantes tienen un poder efectivo, y en muchos casos dominante.”
Como vemos no existe causa formal para pensar que la doctrina y la práctica Reformada busque exaltar a unos oficiales en desmedro de otros. Al contrario, un gobierno Reformado, a la luz de sus confesiones, fomenta la paz en las relaciones entre ministros, ancianos y diáconos en las Iglesias y permite a los oficiales llamados por el Señor a servir según el don dado por el Espíritu Santo para la edificación de nuestras congregaciones.
Church Order URCNA
Charles Hodge, Warrant and Theory of Ruling Eldership,en Order in the Offices, Ed. Mark Brown, 69-70.
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